Dicen que nuestra historia empieza el día que nacemos pero también el día que la empezamos a recordar.
En mi caso mi historia con una cardiopatía congénita, empezó el día que mi madre se quedó embarazada.
Nací un 23 de julio de 1986, con un llanto que me ponía morada.
Después de pocas horas de compartir la vida con mi hermana gemela, los médicos del hospital de Lleida, le pidieron a mi padre que me cogiera y me llevara al Hospital Vall d’Hebron para hacerme pruebas y diagnosticar que me pasaba.
Allí vieron que era una niña alta, con buen peso y por lo tanto difícil de diagnosticar, los médicos les dijeron a mis padres que me llevasen a casa, me mimasen, me quisiesen con locura y que en unos meses, exactamente a los siete, me operarían del corazón.
Mi cardiopatía es severa, en gran parte consiste en tener CIA, CIV, TGV, una única válvula…
Pero las visitas a los médicos y las intervenciones que viví, no están presentes en mí memoria hasta casi los 9 años, cuando por segunda vez fui nuevamente intervenida también de forma paliativa.
Siempre fui una niña muy consciente de que no era igual a los demás, no podía hacer educación física, tenía cicatrices en mi piel, muchos días me tocaba quedarme en clase para no resfriarme y tenía que estar muy pendiente de la hora que daba el reloj para tomar mi medicación.
Pero la verdad es que me di cuenta pronto, que no tenía que sentir ninguna especie de rechazo a mi corazón, porque sin duda, incluso ante un mal pronóstico, seguía latiendo y me daba un mensaje: ¡VIVE!
Cuando me preguntaban sobre que quería ser de mayor, siempre me apasionaba la idea de ser veterinaria de zoo o fotógrafa. Busqué siempre oficios en los que me viese preparada si mi corazón me pedía un “parón” y por lo tanto estudié una de mis dos pasiones,
la fotografía
En la actualidad sigo escuchando a mi corazón, busco las cosas que me motivan, acompaño a quienes me rodean en lo que puedo… siempre sin forzar.
Con la fotografía he encontrado mi manera de mostrar y contar, que la vida es efímera y que lo bello está en vivir, no en ser perfectos.
La perfección no existe si no nos damos cuenta que ya está en el hecho de estar hoy aquí
Muchísimas gracias Sara por compartir tu historia con todos nosotros
Me gustaría contaros que Sara, es la creadora de «La tribu de les marques de vida», este gran proyecto nace por la necesidad de buscar a otros cardiópatas como ella y dar visibilidad sobre las cardiopatías congénitas en la ciudad de Lleida.
En 2016, junto con sus estudios de fotografía se convierte en el proyecto de su vida.
Encontrar a más personas que tengan en su piel la marca de un bisturí, y fotografiarlas para mostrarles la belleza de esas marcas.
Con este proyecto Sara comparte su historia, sus cicatrices y ayuda a otras personas a no esconderse y como dice la filosofía del “Wabi-Sabi”, que es su bandera:
Somos bellos por el simple hecho de vivir y de poder contar nuestra historia.